I)
¿Confío en mí? (en mis capacidades/aptitudes, en mis posibilidades/recursos, en mis herramientas, mi criterio, mis ‘corazonadas’, etc.)
Si no confío en mí, me va a ser muy difícil poder confiar en Otrxs (no puedo dar ni proyectar en otrxs algo que no tengo ni conozco).
Si confío en mí, es porque alguien ha confiado en mí, o bien, porque hubo situaciones concretas que me confirmaron que ‘tengo con qué’, que ‘puedo’.
La desconfianza puede hacer que nuestros pensamientos sean nuestros peores enemigos…
Nos puede bloquear, inmovilizar, paralizar, llenarnos de miedos, de temores catastróficos, de profecías de fracasos que auto-cumplimos…
El modo en que nos percibimos y valoramos (que en gran parte depende de cómo nos percibieron y valoraron en los 1ros años de vida), condiciona cómo nos comportamos y cómo enfrentamos la vida.
Por ejemplo: si busco ganar a toda costa, si soy autoexigente o perfeccionista, si exagero, si me la creo, si busco llamar la atención –sea por medio de la risa, la provocación, el desvalimiento, etc.–, si me refugio en la timidez, si culpo al resto de todo lo que me pasa, si invento excusas para todo, si pido disculpas por cualquier cosa a cada rato, si desconfío de la gente, si ‘necesito’ muchas cosas, si como en exceso, si busco complacer a otrxs, si nunca puedo decir ‘No’, si me peleo con todo el mundo, si me enojo y estallo con facilidad, si me desquito con Fulana o Mengano, etc.
El “yo no puedo…” (ser o hacer X), es proyectivo, es un modo de Defenderme.
El Mecanismo, que en general es inconsciente, podría funcionar desde esta lógica:
Antes de sufrir ansiedad por el resultado, antes de sufrir si las cosas salen mal, me ahorro todo eso: “Me va a ir mal”. Eso me dará seguridad, no tendré que pasar por la incertidumbre, ni cargar con esa preocupación.
El “Seguro me va a ir mal” es,
a veces, la mayor seguridad
que puedo regalarme.
Y puede ser que (allá y entonces) hayan confiado en mí…
El asunto es si pude recibir esa confianza...
Muchas veces la ‘confianza’ que pueden darnos, cae en “saco roto”… y no importa todo lo que nos den, si no nos ayudan a coser el saco; o si me dieron esa ‘confianza’ de un modo adecuado (a veces, terminan dañándola aún más… No sirve el “Tené confianza, estúpidx!!”).
Sobreproteger no es dar confianza, todo lo contrario… Muchas personas, en el deseo de ayudar, terminan queriendo ‘programar’ la vida del resto (generalmente, de sus hijes), haciéndoles sentir como un ‘4 de Copa’.
La fórmula “le voy a dar más, hasta que levante vuelo”, muchas veces termina agregando ‘un peso’ que impide a cualquier pichón ‘despegar’ del nido.
Me surge este silogismo:
Sin confianza, falta autoestima,
sin autoestima, hay temor e inseguridad,
el temor genera malestar y sufrimiento,
el sufrimiento genera violencia,
la violencia produce (auto-)destrucción…
Por lo tanto, la confianza evita la destrucción.
II)
Desde la infancia, pasando por la niñez y la adolescencia, vamos aprendiendo a ser, a hacer, a ver y a vernos, en la interacción con otras personas (familiares, parientes, compañerxs, docentes, amigxs, vecinxs, etc.) y también con personajes (de la época y la cultura).
Lo que somos y hacemos, siempre es en función de lo que Otrxs son (o han sido) y hacen (o han hecho).
Cada vivencia, cada contacto, deja una marca, una huella, que aunque no la recordemos, o aunque la olvidemos, la marca queda. Y las heridas también; aunque se tapen.
Cuando recibir ‘golpes’ o embates (limitaciones, inhibiciones, retos, etc.) se convierte en hábito, es lógico (en)cerrarse para protegerse…
Y hasta el aire hace que una herida abierta, en carneviva, duela mucho.
‘R’ nunca pudo tener demasiada tranquilidad (ni ‘paz mental’)…
No pocas veces, las mismas personas que ayer ‘colaboraron’ en su autoencierro, son las que hoy reprochan su distanciamiento, desconfianza y retraimiento…
“¿Qué te pasa?, ¿qué pasó, ¿qué tenés?, decime!; mirá a M qué bien se porta; ¿por qué no podés ser más normal?”
No podían tolerar que R estuviese “mal”… A veces, el dolor es un espejo en el que otrxs no (se) quieren ver.
“¿Cómo que estás mal? ¿Por qué?”
(¿Cómo podría alguien responder esto a esa edad?)
Siempre tuvieron ‘un plan mejor’ para la vida de R; nunca supo ni lo que deseaba…
A veces, más importante que el ‘que te entiendan’, es que te den espacio, que te respeten en la diferencia, que respeten tus tiempos.
R hace los mismos “ajustes repetitivos” para poder sostener su existencia. No sabe ni puede aún hacer o probar otra cosa.
Había algo de ‘elección’ en la soledad de R… como si la compañía fuera peligrosa…
Es que el miedo al abandono, puede ser peor que el miedo a la soledad.
Sin confianza en sí (y por ende, en nadie), la presencia de “otro/a”, siempre sería visto/a como amenazante… Y no extraña que –de entrada– R siempre tema (e imagine) que va a terminar pasándola mal.
R tiene tantos ‘introyectos’ en su cabecita (mandatos y “Deberías…”), que no puede hacer contacto con su necesidad; no tiene ideas ni proyectos propios, no sabe lo que quiere ni lo que le gusta.
Su armadura, su prisión, es su mundo… Con tantas “indicaciones de cómo vivir”, R necesita hacer algún corte para sentir que, al menos un instante, puede salir de ese doloroso y desesperante encierro. Sólo el mundo de las fantasías le permite salir del mundo real.
Desde su armadura no puede ver mucho más allá de sus narices; y como no puede ver el largo camino por medio de esas pequeñas aberturas, busca experiencias intensas e inmediatas, que no pocas veces le provocan peligrosos tropiezos y caídas.
Pero dejemos en paz a ‘R’ (que no existe… aunque algo de ‘R’ pueda existir en nosotrxs); dejemos la 3ª persona del singular por un momento, y hablemos de la “armadura” en 1ª y 2ª persona (del singular y del plural, porque yo-vos-nosotrxs-todxs tenemos alguna)…
Pudieron haberte dado
apoyo y confianza alguna vez;
el asunto es si pudiste
abrir tu armadura para recibirla…
Sólo salimos del “yo no puedo”, sólo recuperamos la confianza, si podemos construirnos un “ground” (un suelo, algo donde apoyarnos y sostenernos). Como dije, el ‘Yo’ (el Quién soy) es esencialmente social; se construye con Otrxs.
Sin “ground”, hay vacío y pánico… Si no tengo donde apoyarme, si no tengo dónde hacer pie, si ni siquiera mi cuerpo puede sostenerme, y si no tengo siquiera otro mecanismo de Defensa a mi alcance (introyección, proyección, etc.), lo más seguro es que la ansiedad me paralice (y sufra el llamado ‘ataque de pánico’).
Cuanto más naturalizamos las cosas, más crónicas quedan.
El asunto es –también– saber cuándo pedir ayuda; y aprender cómo (de qué manera pedirla).
Mucha gente, por no saber pedir ayuda, termina hundiéndose más en arenas movedizas (o en un vaso de agua)… y quizás sólo era cuestión de pedir que por favor le arrojen una cuerda.
Una de las tareas fundamentales de la Psico-Terapia, es co-construir un Vínculo (terapéutico) que pueda enmendar, cimentar o crear ese “ground”, esa Confianza.
Vivir (sentir) ciertas emociones, puede generar mucho miedo… cuesta incluso hasta pensarlas. Abrirse y ‘Sentir’ (emociones) implica exponerse, entregarse, es soltar el control, las certezas y seguridades, abrirse a lo desconocido. Y eso requiere “ground”, una base sólida.
La confianza 'se teje'… con Otrx(s).
Tejer, como Uds sabrán, requiere instrumentos, dedicación, paciencia y tiempo.
Tejer o (Re)construir la Confianza (en unx y con otrxs), es como co-construir un “puente” desde los 2 lados de un precipicio… Es poner un peldaño de un lado, y ver que del otro lado también lo ponen. Lleva tiempo, pero no importa tanto el “ir rápido”, sino el “llegar al encuentro”, y comprobar que puede ser ‘seguro’, valioso y ‘nutritivo’.
III)
Me parece importante poner atención y consciencia respecto del tipo y estilo de “Armadura” que nos construimos; y lo digo en plural, porque toda persona construye algún tipo de ‘defensa’.
Un día, escuchando una entrevista a Paul McCartney (realizada por Sean Lennon), Sean le decía que no podía creer que su padre (John) fuese una persona tan insegura respecto de su voz (no estaba a gusto con su voz), pero que a la vez se mostrara como alguien muy seguro de sí mismo.
Y Paul le dijo algo muy cierto: esa actitud “tan segura” que mostraba John, no era más que una DEFENSA (una ‘coraza’, digámosle) para resguardarse, para protegerse.
Muchas veces, optamos por ‘compensar’ cierto desequilibrio con su opuesto. Seguramente podremos reconocerlo en nuestras adolescencias, ‘inflando’ ciertas cualidades, compensando ciertos temores con roles o actitudes.
A menudo, eso suele ser un modo de reconocer (por contraste) lo que una persona siente: si se muestra muy distante, muy reticente al contacto, no es porque no lo anhele o necesite, sino porque seguramente quiera evitar salir lastimada, o avergonzada, o expuesta.
Eso implica que fabricamos la armadura en base a vivencias, a experiencias por las que pasamos, y las hacemos para protegernos, para ‘subsistir’.
Nadie quiere ‘mostrar la hilacha’, nadie va mostrando su vulnerabilidad, sus heridas, su Punto Débil (en este mundo tan cruel, sería algo casi suicida: “todo puede ser –y será– usado en nuestra contra”).
La “Armadura” puede ser una Cualidad (como el humor), una Actitud (arrogancia, autosuficiencia), un "Emblema Identificatorio" (como ser Punk o Metalero, ser la alumna ejemplar o el rebelde...), una Actividad (estar mirando el celular o la Tv, el trabajo, la ma/paternidad, el estudio, comer...), una Enfermedad o Síntoma, Etc.
Lo fundamental es que comprendamos que, al igual que otrxs, construimos alguna ‘coraza’ para resguardarnos, literalmente para ‘sobrevivir’ o ‘poder seguir viviendo’.
Hay personas adultas (familiares, docentes, etc.) que –creyendo que hacen un bien–, esperan que esa persona o personita DEJE y se quite esa ‘Protección’ –o salga de ese Resguardo– que supo construirse…
Ese es un enorme y peligroso ERROR; una pésima estrategia, una gran equivocación. Sin eso, quedan desnudxs, indefensxs…!
Y repito: la ‘armadura’ (su defensa o refugio) puede ser el mundo virtual de las RRSS / juegos en línea / celular, en donde se siente a salvo de “los peligros” del mundo real; puede ser un hobby, un pasatiempo, un grupo, etc.
Creo que la mejor manera de poder entender a otrxs, es entendiéndonos a nosotrxs, y reconocer que también tenemos nuestras ‘corazas’, y que tienen no sólo un porqué (o varios), sino sobre todo un para qué…
Esa coraza tiene una función de Protección… pero también nos encierra y aísla (y nos agota!).
Muchas veces estas “armaduras” se cristalizan, empezaron siendo una ‘solución’ allá y entonces, pero luego pasó a ser esa ‘maya de acero’ debajo de la ropa que usamos siempre, y empezamos a ‘defendernos’ de todo y de todxs.
La Terapia es algo que puede ayudarnos a ver y a reconocer el para qué armamos esa ‘coraza’, de qué forma, con qué elementos, de qué estilo… Para que, de a poco, podamos empezar a ELEGIR en qué momentos usarla, a SENTIR cuándo y dónde puede sernos útil y cuándo y con quiénes podemos empezar a des-armarla y soltarla.
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