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  • Foto del escritorLic. Diego S. Gómez

Desafíos EN (y CON) las ADOLESCENCIAS (para crianzas más ‘nutricias’)

Actualizado: 3 may 2021



En este escrito quiero hablar sobre algunos de los Desafíos y “trabajos” EN la adolescencia (por parte de ‘les jóvenes’), y de los desafíos CON les adolescentes (especialmente, en referencia a madres, padres, docentes, y toda persona que trate, conviva o trabaje con adolescentes).


Remarco también que, al hablar de “adolescencia” (en singular), en realidad estoy pensando en “adolescencias” en plural, pues hay una infinita combinación de dimensiones que hacen a la particularidad y a la singularidad de cada joven, y a cómo vive y experimenta SU adolescencia (pienso, por ejemplo, en cuestiones etarias, físicas, psíquicas, de clase, de género, de orientación sexual, etnia, escolaridad, composición familiar, comunidad de pertenencia, ideologías / creencias en su entorno, región, clima, etc.).



La adolescencia (etapa vital que comprende –aproximadamente, y dependiendo de la cultura que se trate y del ‘manual que miremos’– entre los 12 o 13 años, y hasta –por lo menos– los 19 o 22 años) es un período de mucha confusión para las/los/les pibes; y no sólo por los muchos cambios en su cuerpo (que no pueden comprender o asimilar del todo)… En la adolescencia se produce, literalmente, una ‘muerte en vida’ (en muchos aspectos: a nivel biológico, psicológico, social): las/los/les pibes ven OTRA PERSONA distinta en el espejo a la que veían hasta hace poco…

En ese período se desata un 'maremoto hormonal', que genera innumerables transformaciones en el organismo (soma-psique) y en la fisionomía corporal. Y esto tiene un impacto, provoca un des-borde de emociones, de sensaciones, de ideas, etc.

Es común en la adolescencia la poca claridad sobre ciertas ideas, la dificultad para completar oraciones o encontrar las palabras para expresar lo que piensan o sienten; también son características ciertas ‘descargas afectivas’ (estallidos de risa, de furia, llanto, etc.).


Una de las “tareas” en la adolescencia, es el paso de la Endogamia a la Exogamia, es decir, donde debe empezar a des-prenderse, a se-pararse de la familia, de mamá y papá (y la familia ampliada); debe ‘DIFERENCIARSE’ (o mejor dicho, “continuar diferenciándose”, pues ese proceso se inició hace varios años ya). Esta “tarea”, implica un “trabajo” (un esfuerzo, una intencionalidad, un ‘costo’)… Muchos autores hablan de que el/la/le niñe deberá matar (SIMBÓLICAMENTE) a sus figuras ma/pa-ternales, y esto significa que, como figuras ideales o idealizadas, “caen”. Comienzan a ver (si es que no las registraban antes) sus imperfecciones, sus contradicciones… Sienten enojo, decepción.



En toda adolescencia ‘SALUDABLE’, debe haber una ‘sana Rebeldía’Debe haber ‘desacuerdo con’ y ‘desafío a’ mamá/papá, esto TIENE QUE pasar; y es mucho peor que no pase a que pase… Y es mucho peor cuando madres y padres NO-permiten ciertas ‘transgresiones’ de sus hijes, cuando no dan la posibilidad de desacuerdo, de expresare, de disentir, de diferenciarse, de “probar a su modo”, de equivocarse, de ‘chocarse’, de ‘tropezarse’, de ‘darse contra la pared’.


Es fundamental que madres/padres sepan esto de antemano, y se preparen anímica y emocionalmente, pues es un gran desafío poder tolerar ciertas irreverencias o ‘insolencias’, cierto menosprecio… Pero no por lo desagradable deja de ser algo que les hijes NECESITAN.


Hay cosa que, como madres/padres, deberían poder HACER como permitir que su hije se ‘choque contra la pared’, metafóricamente hablando, para que pueda aprender a construir su propia experiencia… (pueden, en todo caso, tener a mano un poco de hielo y desinfectante para los raspones, pero no evitarles ‘el choque’). No olviden que es así como han aprendido a caminar (o a andar en bicicleta, si tuvieron esa oportunidad): a las caídas y tropezones. Nunca jamás, ningún niñe, al caer intentando caminar, dijo o pensó ni sintió: “esto no es para mí”.

Y hay cosas que como madres/padres deberían tratar de NO-hacer: es decir, cosas en las que deben ceder, permitir, tolerar: por ej., que sus hijes se rebelen, que les cuestionen, que les confronten, que les reprochen, que se diferenciendejarse (simbólicamente) “morir”… ‘dejarse caer’ del lugar de “Ideal” (de la madre ‘perfecta’, o padre que todo lo puede, que todo lo sabe o lo soluciona).

Todo eso permite a su hije pasar de la niñez a la adolescencia, antesala de la adultez



Les hijes, por una cuestión cultural (y patriarcal), suelen ‘agarrárselas’ más con la madre (que es con quien más tiempo suelen compartir, con quien más confianza suelen tener) que con el padre, si es que éste forma parte de su vida.


Asimismo, entre las cosas que madres/padres deberían tratar de EVITAR, están:

- el vincularse con sus hijes como si fuesen hermanxs, maridos/parejas, o

- el infantilizarse (esto, muchas veces provoca que sus hijes parezcan sus ma/padres… lxs consuelan, escuchan, calman, les ‘están atrás’).



Donald Winnicott, famoso autor y psicoanalista inglés, sostiene que crecer significa ocupar el lugar del padre, y que el crecimiento es un acto ‘agresivo’ (desde el punto de vista inconsciente –aunque etimológicamente, agredir viene de “ir hacia”, “dirigirse”). Y lo pone en estos términos: el pasaje de niño a adulto, se realiza sobre “el cadáver” de un adulto. Esto hace referencia a que los pa/madres deben ser des-idealizados a través de la confrontación, la cual le permite al adolescente DIFERENCIARSE de ellos.

Winnicott plantea que la “adolescentización”/abdicación (desentendimiento o abandono) de sus ma/padres, dificulta el “asesinato” (en términos simbólicos).


Para Freud, en la adolescencia temprana (pre-puberal, entre los 8 y los 13 años aprox.), se da una reedición de la situación Edípica. Toda la libido (energía) que en la niñez estaba ‘fijada’ en los padres, debe reconducirse hacia otras figuras (ídolos, amigxs, etc.).

Los padres/madres dejan de ser modelos de referencia para les adolescentes. Esta mutación reedita (vuelve a producir) la fragilidad del niñe, que es sumamente sensible a las miradas y dichos/opiniones de ‘otres’. Suele darse un mutuo cuestionamiento (del hije a sus ma/padres, y de sus ma/padres al hije). El adolescente “comprende que no podrá encontrar su objeto de amor en la familia.” Este desengaño es necesario, y marca una ruptura con la infancia. “El desprendimiento progresivo del adolescente respecto de su familia, se realiza mediante la transición a grupos que comienzan a tener mayor envergadura y organización estable a partir de la (pre)pubertad”.


Winnicott afirma que la “inmadurez” propia de esta etapa (muy vinculada con las clásicas contradicciones) es un elemento esencial de ‘la salud’ en la adolescencia (dentro de ciertos carriles, desde luego). Muchas veces, esta inmadurez o incapacidad de comunicación es lo que lleva a les adolescentes a pasar al acto (resolver mediante la motricidad, saliendo del mundo de lo imaginario), donde la comprensión (propia de una persona madura) se reemplaza por la confrontación. Si su capacidad de movimiento o acción se ve seriamente limitada, su maduración quedará trunca, sobrecargando su pensamiento, estancando su flujo energético.



Lo mío, lo tuyo, lo nuestro…

La Confluencia en Psicología Gestalt


La Confluencia se da cuando la persona y el ambiente se co(n)funden, y no percibe ningún límite entre ella y el ambiente, sintiendo que es 1 con su entorno (sea su entorno otra persona, o un grupo). Esto puede suceder con un hermano/a, madre/padre, o grupo/comunidad (por ejemplo, a nivel religioso, o institucional). La persona no puede vivenciarse a sí misma porque pierde todo sentido de sí, de su individualidad.


Como personas, tenemos que romper el “nosotros” para llegar a ser “Yo”, pero luego, poder salir del “yo” para construir un “Nosotros”.


Les niñes recién ‘nacides’, viven en confluencia. Al inicio no hay separación con la madre, percibe a la madre como una extensión de sí. En otras corrientes se llama a esto Narcisismo primario. Les infantes no puede sobrevivir sin la madre (o persona que cumpla ese rol); no distinguen entre “adentro y fuera”, ni entre “elles y les otres”. Recién con el tiempo empiezan a percibir y a percibirse como seres distintos, separados del resto, y comienzan a reconocer su propia imagen en el espejo, su propia individualidad.


A menudo la confluencia, la perpetúan lxs madres/padres que establecen con sus hijes un tipo de vínculo como si fueran meras prolongaciones o extensiones de ellxs, manipulándolos, en este aspecto, para que sus hijes hagan y sean según lo que ellxs quieren.


Es la diferencia entre querer “lo mejor para su hije”, y querer que su hije “haga, elija o quiera” lo que su madre/padre desee o “considere ‘lo mejor’ para él/ella/elle”…



Si les hijes se oponen a esta manipulación, si no se identifican con las exigencias de sus ma/padres, se enfrentarán con el temor al rechazo: "No sos mi hijx”.

Si ‘le’ hije queda “adherido”, “acoplada”, no hay posibilidad de diferenciarse.

El antídoto a la confluencia es saber/poder decir “no”, poner un límite, rebelarse, atreverse a expresar una opinión diferente, atreverse a confiar en el criterio propio. En definitiva, aprender a diferenciarse del entorno y a auto-sostenerse.


Para la Gestalt, la Maduración es aquel proceso que va desde la total y completa dependencia, hacia un progresivo “auto-apoyo” (o ‘interdependencia’ con su entorno), pero ciertamente, con mayor capacidad de elección y movimiento (es decir, de Libertad).



Hay Madres/Padres que insisten o ‘presionan’ a su hije(s) para que realice ciertas actividades (que son de SU agrado, de SU interés o preocupación), o que siga sus pasos, que siga sus consejos, o para que se acerque a ciertas personas, grupos o temáticas (etc.), considerando –desde luego– que será algo beneficioso para la vida de su hije, para su bienestar presente o futuro… PERO, por parte de su hije, no hay ningún interés, entusiasmo ni motivación.


Es cierto que, aún mediante este forzamiento, su hije puede llegar a dar un paso en alguna dirección… y puede que, a partir de ahí, pueda dar otros… PERO el registro del/la/le adolescente no será el de “un logro propio”, ni será el de ‘algo empoderante’, sino por el contrario, el de la sumisa “obediencia ante una exigencia” de su madre/padre.

En lugar de sentir una ‘reafirmación de sí’, siente una ‘des-realización’ o des-confirmación de sí… Se siente MENOS empoderado/a/e, y no ‘más´. Cada vez que deciden por él/ella/elle, cada vez que le insisten con algo sin preguntarle qué siente o qué opina, siente que retrocede (que le infantilizan), y no que avanza… Su autoestima queda aún más pisoteada.


Los/las/les Pibes que se revelan, piden que se les mire y acepte como son…!


Sobre esto escribí hace un tiempo, y puede ser útil esa lectura:

- Sobre la importancia de acompañar a les hijes para que puedan alcanzar POR Sí MISMeS sus metas/objetivos/logros: https://www.vivirsanamente.com.ar/post/cuidados-que-debilitan-y-luchas-que-fortalecen


"Cuando fuerzas algo hacia un fin, produces lo contrario"

Hay madres/padres que son negligentes/ des-protectores con sus hijes, y hay quienes son súper-protectores. La paradoja es que, ambos polos (que le estén encima todo el tiempo, o que no registren ni que existe), llevan al adolescente prácticamente al mismo lugar: a la desorientación, a la desesperación, al temor, al ahogo, a la saturación, a la asfixia, a la atrofia, al estrés, a la impotencia, a la ignorancia, a la sumisión, al odio reprimido, a la explosión de ira, a la falta de autoconocimiento y de autoestima, y a buscar salidas donde no las hay (autolesiones, -auto-/agresiones, consumos problemáticos de sustancias, exposición a peligros, etc.).


Hay una gran diferencia entre “preocuparse” por su bienestar e integridad, y “no permitirle tener una vida de adolescente”. Por ejemplo: no permitirle salir, no permitirle elegir a sus amigxs, vigilarles, controlarles en extremo (lo que significa “NO confío en vos”, “no creo que te puedas arreglar sin mí”), no darles espacio, querer saber qué hace a cada instante, querer manejar y controlar todo lo que hace

La adolescencia sana requiere y necesita diversión, libertad, tomar riesgos. Parte del aprendizaje y de la diversión adolescente pasa por aprehender ciertos límites, ciertos riesgos. Si su madre/padre no confía en su hije, es porque algo no hizo (o no supo hacer) en la etapa previa, donde se le explican y se le enseñan cuidados básicos al salir, al estar en otros ámbitos, en estar con otras personas (sean conocidas o desconocidas)… En la adolescencia aún se está a tiempo, pero junto con eso se les debe dar cierta cuota de confianza (de que sí podrán, de que podrán poner en práctica lo que aprendieron, y de que pueden seguir aprendiendo).

No se les puede dar herramientas, enseñarles a manejarlas, y después ponerles un grillete en el tobillo!



Para no “pasar vergüenza” (algo MUY importante en la adolescencia, ligado a la autoestima y en relación a sus pares), muchxs jóvenes terminan aislándose, rechazando vínculos o propuestas de sus amigxs o compañerxs (sobre salidas o actividades). Ningún adolescente quiere mostrarse como “nene/nena de mamá o de papá”… Prefieren decir a sus amigxs “no quiero ir” a decir “no puedo ir, no me van a dejar”… o prefieren no-salir a ningún lado para no exponerse a la posibilidad de un “NO vas… porque no… porque…” (esa hora es muy tarde; es muy lejos; esa persona no me agrada; no conozco a sus padres; ese barrio es feo; etc.); o bien, para no exponerse al interrogatorio de su madre/padre al regresar: ¿adónde fuiste, quiénes estaban, qué hicieron, tomaste o fumaste algo (etc.)?

Y si se animan a confrontar a su madre/padre, éstxs insisten en escuchar lo que quieren escuchar O se ponen en una posición más rígida, más autoritaria, y les castigan (físicamente, o –lo que es peor para les pibes–, quitándoles el celular o el acceso a pc/internet –es decir, la posibilidad de comunicarse con sus amigxs o compañerxs por medios virtuales).


Hay también Madres/Padres que reclaman mucho a sus hijes, que les reprochan por todo lo que no-hacen… Sobre todo, en lo que hace a tareas escolares u hogareñas

Pero deben saber que, durante la adolescencia, los/las/les pibes pasan por fases bastante tristes, o directamente depresivas (por todo lo ya comentado a nivel bio-psico-fisiológico-vincular). Muchas veces no actúan así a propósito, o porque ‘no quieran’… Hay veces donde realmente ‘no-pueden’ (o al menos, no siempre, o no con todo)… Su energía es muy poca… Y lo peor, es que terminan sintiendo mucha CULPA de ‘no-poder’, de ver cómo otrxs sí pueden y ellxs no… Y es común ese cansancio agotador, de necesitar dormir todo el día, de no querer/poder hacer nada, y la inmensa tristeza de no saber –ni poder– responderse lo más básico de la vida: “Quién soy”, “Qué quiero”, “Qué me gusta”, “Hacia dónde voy”. Son momentos muy duros, oscuros, de sin-sentido, y de enormes presiones para decidir qué rumbo ir tomando…



De seguro, sus ma-padres/parientes querrán servirles en bandeja de plata las respuestas a esos interrogantes, pero ‘cada persona necesita perderse en su propio laberinto, para hallar su propia salida’… es el transitar por esa experiencia, lo que le dará FORTALEZA y vitalidad.


Hay madres/padres que tratan a sus hijes dependiendo de la nota que traigan del colegio (Excelente, Muy bien, Bien, Regular, Mal, Muy mal)… A veces, la nota es una excusa, porque se saque 5 o 9 le terminan tratando del modo habitual (con indiferencia, hostilidad, ‘como si sobrara’). Muchxs madres/padres consultan luego con un/a terapeuta para que atienda a ese/a hije, cuando en realidad la mayor ayuda la necesitarían ellxs (además de ‘le pibe/a’).



Muches hijes se fuerzan y se sobreexigen (se “sobreadaptan”) para ser “les hijes ideales”, para ser “el/la/le pibe 10” (sacar buenas notas, ser buen compeñere, hacer caso, ‘no-hacer lío’, no dar problemas, etc.).

Luego sus ma/padres y docente se extrañan cuando toda esa represión sale por algún lado, y se expresa en algún síntoma o disfuncionalidad (“¿cómo puede ser que ahora le pase esto, si nunca le pasó nada malo?”).

O bien: le pibe/a trae notas bajas, y así es el trato que le dan les adultes: 4 puntos, 3 puntos. Pero no se cuestionan sobre qué le anda pasando, qué necesita, por qué no hace las tareas, por qué no se puede concentrar, ‘para qué’ fracasa… Quizás ese ‘síntoma’ (fracaso escolar) tape un problema más profundo, un malestar mucho más importante que ‘una mala nota o aplazo’.



Para los/las/les adolescentes es agotador estar tristes, ‘deprimides, enojades’, acumulando odio en su interior sin poder sacarlo creativa y saludablemente. Son como un globo que se infla más y más, y –para no explotar– se alivia soltando un hilito de aire a través del llanto, de golpear o romper cosas, gritando, escuchando música a todo volumen, cantando, escribiendo, a través del deporte, de ‘los jueguitos’ en la Play, a través de alguna rama del arte… Pero el aire sigue ingresando, y nada de eso es suficiente.

Es agobiante cuando, encima, les exigen ‘estar bien’.

Y puede ser que sus madres/padres estén predispuestxs a escucharles y darles apoyo, pero aún así, ‘elles’ SIENTEN que no les escuchan; o que escuchan lo que quieren escuchar, o que sólo escuchan para luego contraargumentar.

Sea o no sea así para sus madres/padres, elles SIENTEN que, con el pretexto de alejarles de las drogas y las malas juntas, les alejan de todo

SIENTEN que, lo que realmente necesitan, es vivir sin tanto control ni cuestionamientos… tener la posibilidad y la libertad para hacer su experiencia…

SIENTEN que se pierden una etapa única, con tantas cosas que no van a poder vivir en la adultez…

SIENTEN mucha soledad…


Después de tantas señales del hije, de tanto oídos sordos de ma/padres (afirmando que exagera, que ‘se hace’, que ‘no debe ser nada’, reprochándole todo lo que hacen por él/ella/elle, etc.), y de tanta naturalización por parte de tutores o docentes, TODxS se sorprenden ante la fatalidad del suicidio adolescente… (tema que merece un escrito aparte).


A veces, para ‘calmar’ a un hije, madres/padres HACEN o DICEN cosas que, en vez de “avanzar un casillero”, terminan “retrocediendo dos”. Y es que –en ocasiones–, la misma palabra, el mismo consejo, puede ser útil en cierto momento, pero inútil y contraproducente en otro:


- Vos sos una persona especial, sos diferente de todas las demás personas… (pero quizás, el/la/le pibe necesita ‘dejar de ser El/La/Le diferente’, y poder integrarse, acoplarse, ser ‘unx más’ del grupo, sentirse parte de algo… una “sana confluencia” adolescente –temporal–)…

- Vos estás para cosas grandes, importantes… vas a poder lograr todo lo que te propongas, y llegar adonde quieras… (y tal vez se sienta mal por no tener metas, o se sienta exigido/a/e a “tener que” tenerlas)…

- Vos no sos mediocre, yo no te crié así! (y quizás, sienta que ese tipo de frases le dicen –sin decirlo–: “no tenés razón ni siquiera con lo que sentís, hasta en eso te equivocás”; o “vos sos MI hije, y si sos mi hije no tenés derecho a ser/sentirte así”).

- Vos sos muy inteligente para la edad que tenés… (quizás el/la/le pibe quiere relajarse y “ser adolescente”, hacer cosas que –para la percepción de un/a/e adulte– no tendría sentido… Pero eso le suena a“¿por qué perdés el tiempo haciendo lo que hacés, o estando con ‘esa manga de pendejos’?”)

- No tenés que ponerte mal por eso! (y ‘la traducción’ le llega: “Encima sos idiota! “¿por esa estupidez te vas a poner así?”)

- Si se fue, mejor, no te convenía! (“A ver si la próxima vez te ‘avivás’ a tiempo, y empezás a elegir bien con quiénes te juntás…”)


Y así podríamos seguir y seguir…


Es MUY importante que las madres/padres aprendan a tolerar la frustración, la ansiedad, e incluso la angustia (la propia y la de su hije) cuando no se sienta ‘preparade’ para dar cierto ‘Paso adelante’, y brindarle el apoyo y la confianza que necesitan.

Piensen en el fruto de un árbolno podemos forzar ‘la maduración’, hay ciertos tiempos y procesos que debemos respetar (aunque no los comprendamos)… Arrancar el fruto antes de tiempo, o zamarrear el árbol para que este caiga, no hará que el proceso de maduración se acelere.

Del mismo modo, sería de gran ayuda que cada madre/padre pueda llegar a reconocer(se) y a aceptar que, muy en el fondo, invierte toda esa energía por sí misme, más que por su hije. Es SU angustia y ansiedad la que busca calmar, pues es ESO mismo lo que le genera ver a su hije ‘perdide y angustiade’.



No pretendo decir que todo esto sea una tarea fácil ni sencilla… De hecho, hasta a personas ‘entrenadas’ y formadas para comprender esto (psicoterapeutas) les/nos sucede muy seguido de caer en esa ansiedad, en ese apuro, en esa exigencia /presión… Entonces ¿cómo no les va a suceder a lxs madres/padres? (quienes no tienen obligación alguna de “saber” sobre estas cosas… ¡Ningún niñe vino al mundo con ‘un manual’ bajo el brazo…!).

La maternidad/paternidad no es nada sencillo, ni es para cualquiera (sólo para quienes tienen deseo, ganas, vocación de llevarla a cabo –entre otras cosas–).

Sólo espero haber transmitido la importancia y la necesidad de charlar y reflexionar sobre estos temas, de compartir y de intercambiar experiencias. No hay fórmulas ni recetas, y quien pretenda tenerlas (y venderlas), se delata como farsante.

La brújula, como siempre digo, está en el cuerpo, y la podemos calibrar en cada encuentro y charla o momento compartido con los/las/les pibes. No es fácil construir espacios de escucha, de diálogo ni de confianza (son más cómodos los monólogos, o poner la TV como intermediaria), pero vale la pena y –la dicha– el intento y el esfuerzo.



Quisiera despedirme recordándoles (a quienes hayan leído hasta acá –y se hayan interesado en estos temas–) que hice otros escritos en torno a las Ma/Pa-ternidades, y a las Adolescencias:




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