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Foto del escritorLic. Diego S. Gómez

El viejo Guion de la Masculinidad (I)



Hay aspectos de la Masculinidad que permanecieron invariables a lo largo de la historia (y a lo ancho de las diversas etnias, culturas, sociedades, épocas). Pareciera ser que, el Guion de la masculinidad, hubiese sido escrito por la misma persona, y que con pequeñas variantes todos lo seguimos al pie de la letra.

La masculinidad es ‘un lenguaje’; todos los varones creemos que es ‘la lengua que hablamos’, cuando más bien ‘somos hablados’ por ese lenguaje, somos ‘actuados’ por ese “Guion” (y en base a ese libreto, pensamos y sentimos… y nos esforzamos por ‘no-expresar gran parte de esos sentimientos’).


Toda Masculinidad está, como dice la popular frase, “cortada por la misma tijera” (patriarcal), aunque todos estemos recortados de manera particular… Podemos estar hechos de un material diferente, pero ‘el molde’ del que provenimos, es el mismo, y es milenario (lo cual no quita que podamos re-moldearnos).


El Patriarcado es un sistema supremacista, proclama la superioridad masculina (a veces diciéndolo con todas las letras, y otras, insinuándolo de modo indirecto), es jerárquico, se sostiene en Mandatos, Culpas y Castigos (es decir, en la crueldad, en el sometimiento).

Todas las religiones monoteístas se sustentan en este ‘orden represor’, del “pater familias”, el propietario de mujeres, niñas, niños, animales, en fin, de esclavos (humanos y no-humanos).


La Masculinidad es ‘un Guion’ para la socialización de varones, un ‘dispositivo de poder’.

El gran Mandamiento de la Masculinidad (del que se desprenden muchos otros), es y ha sido siempre el mismo: NO seas una Mujer / Niña (es decir: no ser emocional, sensible, delicado, afectuoso, débil, etc., cualidades todas que quedan fijadas a ‘lo femenino’). Por lo tanto: No seas Maricón (afeminado, homosexual).

Un hombre, para serlo (o parecerlo), DEBE Ser activo, autosuficiente, fuerte, valiente, exitoso, conquistador / propietario, viril / semental, pensante (basarse en la razón y no en la emoción), protector, proveedor, procreador, seductor, arriesgado, competitivo, heterosexual, etc.

Si no cumple con cada uno de estos –y otros– mandatos, podrá ser cuestionado o señalado de “poco hombre”, o directamente condenado por ser “una nena” o “una mujer”.


Masculinidad como “Dispositivo”, decía, porque produce y reproduce relaciones desiguales, jerárquicas, de dominación masculina (y de sumisión / subordinación femenina).

Los varones (Hombres) son y han sido siempre los que tuvieron una posición y un rol social privilegiado respecto a las mujeres. Esto generó Mitos, Normas, Patrones, Instituciones y Prácticas sociales que se rigidizaron.


Siempre hubo intentos de justificar o fundamentar ‘la Masculinidad’ como algo ‘Natural’… pero hace mucho ese Mito fue rebatido, develándose como una construcción social e histórica.

La Masculinidad no es un hecho biológico, no tiene que ver con nuestros genitales, ni con “energías”, ni con “esencias interiores” ni con ‘vidas pasadas’.

La masculinidad no siempre existió, ni en todas las culturas…

La Masculinidad es un concepto relacional, existe en contraste con la Feminidad. No es estática ni atemporal, sino dinámica, cambiante.


Y así como siempre hubo masculinidades ‘normativas’, también hubo masculinidades ‘subordinadas’

En épocas y sociedades puntuales, la homosexualidad no estaba penada ni mal vista, como en la Grecia Antigua, pero incluso en ese Formato de sociedad, la hegemonía la tenía quien penetraba, no quien era penetrado (generalmente, alguien de una ‘clase inferior’).


La filósofa autora del libro “El Segundo Sexo”, Simone de Beauvoir, escribió que “No se nace mujer”, sino que “se llega a serlo”…

Hablando de la Masculinidad, podríamos decir que “No se nace varón”, pero tampoco “se llega a serlo nunca”…

¿Por qué? Por lo mismo que se habla de la “Masculinidad Frágil”:


Todo el tiempo tenemos que estar demostrando que ‘SOMOS HOMBRES’, que somos fuertes, que ‘podemos’, que ‘sabemos’, que no somos gayssiempre demostrando, siempre temiendo una acusación, un juicio, una condena… siempre debiendo “saltar por encima de la vara”, siempre midiéndonos y comparándonos, siempre compitiendo (aunque podamos establecer alianzas, de hecho –claramente–, hay alianzas / pactos de género).


Son otros varones los que ‘nos levantan o nos bajan el pulgar’, quienes nos dan o nos quitan “la chapa de membrecía”… siempre somos vigilantes y vigilados.

La Masculinidad funciona como “el juego de la Silla”: está hecho para que sean pocos los que se sientan ganadores (y por tiempo limitado, porque la competencia es constante).

El estereotipo hegemónico funciona como “la zanahoria” tras la que corremos, aunque nunca lleguemos a alcanzarla.

No obstante, si bien existe un escalafón preciso de hombres (según su clase y posición social, corporalidad, atractivo físico, ‘condecoraciones’, orientación sexual, identidad de género, color de piel, carácter, personalidad, etc.), cualquiera de ellos, incluso el considerado ‘menos hombre’, estará socialmente en ventaja frente a mujeres y niñxs, y socialmente avalado para imponer su voluntad, incluso mediante la violencia en cualquiera de sus formas.


Este modelo tuvo éxito durante tanto tiempo, sólo gracias al otro eslabón del Dispositivo: ‘La Feminidad’. Toda una educación y socialización específica para las mujeres, caracterizada por el no acceso a la instrucción, al aprendizaje, al conocimiento de ciertas materias, y sí en cambio a las tareas y roles de ‘Servicio’, del ámbito doméstico, de la crianza y el cuidado. Siempre reprimidas, siempre reprimiéndose, sin poder quejarse, alzar la voz, protestar… prisioneras en una cárcel invisible, con un ‘techo de cristal’ que las mantuvo con la cabeza gacha durante siglos…

El orden social patriarcal escarmentó sanguinariamente a las que desobedecieran, a quienes tuviesen conocimientos, a quienes interpelasen o cuestionasen esa ‘Norma-lidad’.


En el Siglo XX muchas cosas cambiaron, algunas, para que todo pueda seguir siendo igual.

Como dijo un gran pensador, siempre que hubo poder, hubo resistencia. Las mujeres, pese a todo, comenzaron a organizare, a luchar por su liberación política y económica… también lo hicieron las personas negras, y las disidencias sexuales (quienes no encajaban en el régimen heterosexista).

El Machismo, evidentemente, no tiene que ver con la orientación sexual. Hay muchos varones Gays que no por eso son menos Machos (machistas), viven con los mismos mandatos, valores y principios que guionan el libreto de los heterosexuales. En muchos casos, lo único que cambia es el género de la persona con la que se relacionan sexualmente. Tampoco es cuestión de clase social, de nivel de instrucción, de ideología política ni de credo. El machismo es transversal.


Como siempre, cuando un lado de la balanza se mueve, también mueve al otro.

Hubo personas blancas que apoyaban los movimientos de personas negras que luchaban por sus derechos civiles, así como personas heterosexuales apoyando los reclamos del colectivo LGBT+… y cada vez más varones empiezan a utilizar herramientas feministas para sincerarse, para ‘cincelarse’, para deconstruirse y reconstruirse. Muchos comienzan a agruparse. Es un movimiento aún incipiente, poco visible, pero en desarrollo y crecimiento.


El estereotipo hegemónico de Masculinidad se fue transformando… Incluso carcamanes que hace unas décadas destilaban misoginia por la Tv., hoy se muestran como varones ‘centrados’, ‘ubicados’, ‘políticamente correctos’. Ya no dicen abiertamente lo que piensan o sienten respecto a las mujeres, al feminismo ni al machismo (porque hoy no tendrían el aval social de antaño, sino el repudio público), pero siguen ejerciendo su rol supremacista de maneras más solapadas, disimuladas.

Ya pasó el momento del estereotipo del ‘Macho-cavernícola con el garrote’, del macho prepotente y violento, del musculoso inconmovible que no llora… Ahora ya no hay un único modelo, sino muchos, más adaptados a este momento.

Pero no nos hagamos (o al menos, no nos creamos) los ‘deconstruidos’: podemos seguir ejerciendo la misma manipulación, la misma violencia, de formas mucho más sutiles, incluso con más delicadeza, sin por eso bajar ni un solo escalón en esta pirámide ‘supremacista’, de posición acomodada, de privilegios.


Hice toda esta introducción, para poder retomar desde acá en otros escritos… Porque todavía hay gente que no cree que exista la “Violencia de Género”… porque ‘la violencia no tiene género’, dicen… como si a lo largo y ancho de la historia humana, el abuso sexual, las violaciones y otras tantas violencias machistas, no hubiesen sido practicadas sistemáticamente por varones contra las mujeres y niñas (incluso violaciones masivas como modo de ‘conquista’, como ‘arma de guerra colonial’… para colmo, esas mujeres violadas, terminaban siendo despreciadas por hombres / maridos y su comunidad. Y espero que quien lea esto no se sobresalte, porque eso mismo sigue pasando hoy en día a escala micro: con agresiones sexuales y violaciones a niñas/os, adolescentes y mujeres adultas, que luego son revictimizadas y abandonadas a su suerte).


Cierro con una frase de Débora Tajer, quien dijo que ‘la base’ de la violencia de género es la idea de que las mujeres no son iguales, de que les pertenecen a los varones, de que pueden hacer con ellas lo que quieran; de que están para ayudarles, bancarlos, contenerlos, pero sin sentir la necesidad de ser recíprocos.


Cuidado… el Machismo (nos) mata. No tomemos este tema a la ligera.

El Machismo es una enfermedad de transmisión social (y somos portadores)…

Y el único antídoto efectivo, es el Feminismo.

Mejor empezar a estudiarlo, y aplicarlo.




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