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  • Foto del escritorLic. Diego S. Gómez

Para que haya “Ni Una Menos”, necesitamos “Muchos ‘Machos’ Menos”

Actualizado: 5 jun 2022



Hace pocas semanas, tuve la fortuna y el honor de presenciar un encuentro extraordinario, una charla excelsa, épica e inolvidable entre dos mujeres maravillosas, entre dos feministas y luchadoras, cada cual desde su campo: una de ellas, Inés Hercovich (socióloga, investigadora, escritora), otra, Amelia Tiganus, que estaba de paso por Buenos Aires (activista feminista, sobreviviente y combatiente del sistema prostituyente y de la trata con fines de explotación sexual). En cierto momento, en el fervor de la conversación y como salida de sus entrañas, Inés improvisa una frase absolutamente brillante que se me tatuó en el cerebro:


“El Patriarcado es la materia de la que estamos hechos”


Como persona y como profesional, me convocan (tanto en el consultorio, en las aulas y en los talleres como en la lectura) las “cuestiones de género”, es decir, a las relaciones de poder entre las personas –que son inequitativas e injustas–…

Y si bien lógicamente el abordaje de estas cuestiones comenzó apuntando a que las mujeres (el colectivo oprimido) tome consciencia de las distintas formas de violencia de la que son víctimas, es tiempo de que los varones, en lugar de querer “figurar” y acaparar espacios dentro del movimiento feminista y de mujeres / feminidades –en el “mejor” de los casos–, empecemos a interpelarnos, a implicarnos, y a hacer lo que nos toca: empezar a desnaturalizar este modo social y cultural de “ser varones”, a asumirnos dentro –y como parte, nos guste o no– del colectivo ‘opresor’, de visibilizar y cuestionar las ventajas y privilegios que socialmente tenemos respecto de las mujeres y demás identidades no-masculinas, para deconstruirnos y transformar (a nosotros mismos y a) esas relaciones entre los distintos géneros en algo más justo, agradable, beneficioso, placentero, equitativo. [Quizás llegue un momento en que, como sociedad, también podamos cuestionarnos, incluso, sobre la abolición de los géneros… pero hay pasos más pequeños y urgentes por dar]


Creo que, primeramente, tendríamos que esforzarnos mentalmente para intentar ponernos –incluso hipotéticamente– en los zapatos de una mujer… (ni hablemos de zapatos con tacones ‘aguja’!, y ni hablar de los zapatos gastados de una mujer que viva en la pobreza, a cargo de hijxs y de un hogar, con doble o triple jornada laboral, hostigada por su ex… Como ven, el Género siempre va conectado a cuestiones de clase, etnia, edad, estado civil, tipo de corporalidad, etc.)


No somos los varones quienes sistemáticamente recibimos opiniones sobre nuestro cuerpo por parte de extrañxs, ni amenazas sobre lo que harían sexualmente con nosotros, o comentarios sobre cómo nos vestimos, sobre nuestro look, sobre nuestro peso, etc. Como suele suceder, nunca va a faltar quien diga “ah!, pero a mí me gustaría que me dijesen cosas por la calle”; aunque evidentemente quien lo diga –o quien lo piense sin decirlo–, no lo ha pensado bien.

Si el que dice que le gustaría que ‘le piropeen’ es un varón cis y hétero(sexual), le plantearía –como ejercicio mental– el escenario de una prisión (como el que vemos en tantas pelis o series), donde llegan nuevos presos y no faltan quienes les echan el ojo encima, los acosan y los quieren violar a toda costa. Pues bien, salvando ciertas distancias, la realidad para casi toda mujer no dista demasiado de eso en algún punto. Alcanza con que consulten a sus allegadas acerca de ‘desde qué edad les han dicho cosas por la calle, o les han exhibido genitales, o las han acosado’, etc.


¡Qué horror vivir sabiendo –o sospechando– que cualquier persona que se te acerque, por más agradable que se muestre, puede llegar a (querer) violarte! (o agredirte sexualmente, y en el mejor de los casos, tratando de forzarte/convencerte o manipularte para tener –o pasar por sobre– tu consentimiento…)


El asunto es que, según veo, no muchos varones nos ponemos a pensar en estas cosas, ni en las decenas de cosas que tienen que pensar mujeres y travestis/trans cada vez que salen a la calle, para preservarse o alejarse de una posible agresión o violación; siempre es mejor discutirles, disentir, negar, tildarlas de ‘exageradas’, de ‘extremistas’, de “locas”, o intentar ‘atajarse’ (justificarse o des-marcarse: “yo no, eh, nunca!”, “no todos che, no siempre pasa…”, etc.), o buscar un ejemplo que eche por tierra lo que viven a diario millones de ellas ya desde niñas, para no cuestionarnos a nosotros mismos (o no hacernos cargo de lo que nos quepa) ni al mundo injusto, sádico y siniestro en que vivimos (mundo indudablemente machista, patriarcal).

Va un ejemplo de lo que enfrentan tantxs jóvenes y adolescentes trans –y sus familias– a diario (y doy este ejemplo no porque falten de los que viven tantas mujeres y chicas cis-género, sino porque me impactó lo crudo y claro que fue este relato):


–Madre: “Ella (su hija) se ilusionó porque un chico le decía que era hermosa, etc.; flor de chamuyo! Cuándo ella le dice de ir a tomar algo, el chico le responde: "ja ja boludo!!! No me gustan los travas!!! Te lo creíste!!! Son un asco! no es de gil, es que tienen una banda de enfermedades me dijieron.. Y mi vieja me dijo lo mismo. No es de gil, es la posta me encanta la concha.”

La madre de la chica le escribe a este mamarracho, trata de informarlo, de ‘educarlo’, y aquel le responde esto (textual): “Pero chupame la pija! yo me informo antes de hablar y soy re machista y lo admito”. [No modifiqué nada, lo copio y pego textual de como me lo hizo llegar esa madre, absolutamente consternada]


Ese chico (y su propia madre, según admite) dicen que ‘los travas son un asco’, y el pibe –encima– le contesta de ese modo (el calificativo lo dejo a su criterio)…

¿Quién se va a conmover después, cuando asesinan a una travesti o a una chica Trans? ¿Quién va a manifestarse o a marchar por ellas? ¿Quién/es van a juzgar a los transfemicidas?

Otra mamá –de una personita trans–, al enterarse de esto le dice: “No podemos recurrir a la moral, no podemos recurrir a la justicia, recurramos entonces al grito que haga visible esta brutalidad, no puede seguir pasando más...”


Podríamos aprender muchísimo con tan sólo escuchar y leer a las feministas… y no me refiero a leer ‘Simone de Beauvoir’, sino a cualquiera ‘de a pie’, hablar con compañeras o allegadas, leer a cualquiera que escriba un blog o por alguna red social, que seguro tiene muchísimas vivencias y experiencias que como varones jamás tuvimos; podríamos ‘crecer’ muchísimo siendo más abiertos y permeables, resistiendo el impulso a responder y a disentir/discutir de inmediato, dejando que la duda, la incomodidad de alguna idea o argumento ‘nos penetre’… (palabrita que a los machos/homófobos –y a quienes lo son y no lo saben– va a incomodarles, y mucho… por eso la utilizo).

Podríamos experimentar emociones y sentimientos novedosísimos –que hasta ahora tuvimos vedados– tan sólo 'bajando la guardia'…

Vos sabés lo agotador y asfixiante que eso es, como ‘Macho’, el tener que siempre andar 24 hs. probando(te) y demostrando (lo que sos, y lo que NO sos), sosteniendo una imagen, un ‘honor’, un ‘prestigio’, una ‘reputación’…


Eduardo Galeano, periodista, escritor y pensador –ya fallecido–, nos dejó una reflexión que aún muchos prestigiosos académicos y comunicadores/as parecen no entender (posiblemente porque ni siquiera les importe implicarse, revisarse, preguntarse, conocerse):



Y es hora de que los varones (hétero, gays, bi, trans, etc.) que estén abiertamente contra toda expresión machista y patriarcal, contra toda inferiorización, contra todo abuso de poder, contra el acoso sexual (sea verbal o físico), contra toda violentación, contra el consumo de cuerpos de mujeres/ travestis/ trans prostituidas, contra su cosificación, es tiempo de que nos plantemos frente a estos hechos (entre los cuales tenemos –en promedio– un femicidio por día, y travesticidios también), de que sentemos postura, de que visibilicemos nuestra oposición y nuestra ‘deserción’ al mandato de “Ser MACHOS”…


Por si hace falta aclararlo –que estimo que sí–, voy a hacer un paréntesis:


Al decir “Machos”, no hablo de “varones” (a secas), ni de ‘personas con cromosomas XY’, ni siquiera de ‘personas con pene’; me refiero más bien al “sujeto político” y 'agente' del orden social patriarcal, al varón que –lo sepa o no, lo asuma o no– reproduce el libreto machista y los mandatos sociales de ese régimen supremacista.

Ese ‘discurso’, si bien puede salir alguna vez de la boca de algunas mujeres, o expresarse en sus prácticas, es eminentemente masculino, sólo que –al igual que el discurso del Amo– también llega a ‘colonizar’ las mentes de quienes están bajo ese régimen de dominación, es decir, de lxs ‘sujetos subordinados’: mujeres, otras identidades feminizadas (travestis, trans, tortas, maricas, etc.).


Retomando el hilo, decía: no sólo visibilizar nuestra “oposición” usando una remera, o desde lo discursivo, sino desde las prácticas mismas, especialmente las más cotidianas y ‘nimias’… Y sobre todo, sin buscar reconocimiento, sin buscar agradar, sin buscar el aplauso o la palmada en la espalda, sin buscar muestras de agradecimiento (en especial de las mujeres)…


‘Pensar lo que decimos y hacer lo que pensamos’, aspirar a ser cada vez más coherentes, poder crear nuevos hábitos, nuevos patrones de respuesta y de comportamiento, intentar que lo arcaico quede bien ‘sepultado’ (porque nunca ‘desaparece’, nunca ‘se supera’, siempre estará allí; la idea es que no tome el control de lo que somos –es decir, de lo que decimos, pensamos, sentimos, hacemos), son cosas que podemos hacer ‘solos y por nuestra cuenta’…


Pero de lo que ahora se trata, es de llevar este descontento a lo colectivo, junto con otros varones, para intentar llevar la lucha cultural al plano social.

Creo que, en ese movimiento, aparecerán nuevas formas de acción, nuevas ideas y propuestas, nuevas necesidades, y desde luego –por suerte– nuevas preguntas, nuevos desafíos (como la construcción de espacios mixtos pero desde la paridad), nuevos aprendizajes.


Porque está todo bien con juntarnos, hablar, abrirnos, llorar, abrazarnos… desde ya!, es muy importante y necesario formar círculos de varones por todos lados, al alcance de cualquiera que mínimamente ya empiece a hacerse preguntas, a sentir alguna incomodidad con el modelo y estereotipo de Hombre que el patriarcado/capitalista promueve y necesita.

Pero debemos también ir dando, grupal y colectivamente, pasos más profundos, más jugados:


Porque el Patriarcado, como bien dijo Irene, también ‘se hace carne’, se materializa, se arraiga 'hasta en nuestro sistema nervioso', provocando o inhibiendo ciertas sensaciones, sentimientos, deseos, pensamientos, conductas… Y a veces, o por lo general, con la palabra solamente NO alcanza.

Las emociones ‘se guardan’ y ‘se llevan’ en el cuerpo, y cuando ponemos el cuerpo (en alguna actividad o, también, en algún ejercicio grupal), salen a la luz cosas que a veces las palabras ‘bloquean’ o ‘amortiguan’.

El cuerpo, en cambio, no miente. Alguna verdad reaparece, los afectos y emociones salen a flote, y junto a ellos, se revelan recuerdos, sentimientos, todo aquello que hemos necesitado guardar muy profundo (porque duele, porque hace ruido, chocan con el mandato de cómo ser varones: lo que llamo “La Moral Patriarcal”), y que por nuestra seguridad y comodidad es mejor acallar, sacarlo de la vista, apartarlo de la consciencia.


De lo que estoy seguro, es que “algo” –con y entre– los varones tendremos que HACER… Simplemente porque son varones los que mayormente humillan, denigran, discriminan, manipulan, acosan, agreden, violan, asesinan (etc.) a mujeres y trans/travestis (y a cualquier otra identidad que se aparte de la masculinidad hegemónica, e incluso también a otros varones).

Quiero resaltar que, las acciones de las que hablo, NO son aquellas que buscan ser vistosas ni llamar la atención de las feministas… ni siquiera aquellas que se encubren en “el sacrificio”, la “autoflagelación”, en un “les pido perdón por ser varón” (muy auto-culpabilizadoras, muy ‘judeocristianas’), etc. Me refiero a aquellas que ‘pueden sentar un precedente’, marcar una dirección, una “línea de fuga”.


Muchos varones se ‘tragan’ (leen) y memorizan (sin ‘digerir’) mucha teoría feminista: pueden citarla a la perfección, pueden incluso dar cátedra a otros (y a otras), PERO la internalización y la práctica (es decir, lo más importante) ‘se la llevan a marzo’… En la práctica ‘hacen agua’. [Y, aclaro, que yo no estoy ajeno a NADA de lo que estoy escribiendo, escribo desde mi implicación y con total conocimiento de causa de lo difícil de este proceso]


Estoy convencido de que, lo mejor que podemos hacer, es desertar –y darnos de baja– de la masculinidad patriarcal, de la posición de “el Macho” (que siempre es ‘machista’ y ‘heterosexista’). Por dar un ejemplo: no quedarnos sin responder a algunos de los tantos memes, imágenes, audios o videos misóginos que circulan por los grupos de whatsapp de varones, con pornografía y pedofilia incluida, e incluso al más “inocente” chiste machista, homofóbico o transfóbico (y aclaro, que “fobia” no es sólo ‘miedo’, es también ‘aversión’ y ‘rechazo’)… O, dejar esos grupos y espacios dando un fundamento (“No quiero ser parte de esto”)… El abandono no siempre es derrota; donde se pueda dar batalla, donde se pueda resistir con argumentos, hay que mantenerse.


Se habla de "Homo-socialidad": casi todo varoncito busca la mirada de otros varones de su grupo o entorno, su aprobación, su 'visto bueno'... Hacemos cosas para agradarles, para ser reconocidos. Estamos más pendientes de "gustarles" a esos otros, que de las mujeres.

Ya lo dijo Josep Vicent Marqués: “La paradoja de la heterosexualidad del varón [machista], está en que no le gustan las mujeres como personas”: en realidad, las desprecian; y en el fondo, las odian.

El porno y la prostitución son prueba de ello, porque en realidad –y de un modo evidente desde hace ya varios años– se trata de violencia sexualizada (cada vez más tendiente a la pedofilización, pues la gran mayoría de las mujeres ingresa a ese mundo siendo menores de edad, y con un historial de abusos, de violencias y de vulnerabilidad encima).


No se trata de bajar(nos) línea, ni de una nueva imposición, sino de generar un campo de posibilidades y alternativas para ser varones. Tampoco se trata de ‘culpabilizarnos’ ni de ‘inculparnos’, sino de hacernos cargo de lo que nos toca (pues todxs podemos recapacitar, transformarnos, superarnos, crecer, volvernos más libres y empáticos).

No se trata, tampoco, de crear un Manual de “cómo comportarse adecuadamente”… Ejemplo:

- Deje de utilizar –a modo de insulto– palabras como “mujer”, “nena”, “gay”, “trava”, “puto”, “puta”, “trolo”, “trola”, “mogólico/a”, etc.

- Deje de querer ‘dar cátedra’ de todo a todas y todo el tiempo, de completar las frases, de apropiarse de los logros ajenos…

- Deje de ‘ir de putas’, deje de consumir ‘porno’; deje de acosar verbalmente a niñas y mujeres (en la vía pública o en cualquier espacio ‘privado’); deje de manipular, de engañar, de mentir; deje de aprovecharse de las ventajas y privilegios que tiene por ser simplemente ‘hombre’, y deje de aprovecharse de las vulnerabilidades que tienen ellas simplemente por no-ser hombres; deje de abusar –amparado en el poder que este sistema le brinda, donde la lupa y la carga de la culpa estarán de lado de las mujeres y niñxs–; deje de violar; deje de asesinar; etc.


Desde luego que todo aquello es importante, necesario y urgente; pero el tema pasa por entender, comprender, empatizar y genuinamente darse cuenta de por qué y para qué es importante, necesario y urgente dejar de repetir ese libreto (pero no sólo “darse cuenta” desde lo intelectual, sino con todo nuestro ser: emocional, afectivo, racional, energético, físico, actitudinal, conductual)…

El asunto con ese otro “nuevo libreto”, es ¿quién(es) lo escribirá(n)?


El foco del cambio personal y social, no puede sostenerse en una nueva “moral” (que siempre es impuesta desde ‘afuera’: Otro/s dice/n qué “debemos hacer”), sino que deberá nacer y sostenerse en una nueva “ética” (aquello que es beneficioso, saludable y necesario para el bien común).

Los hombres pueden llorar…

Los que no-pueden llorar, son ‘los Machos’.

Para poder llorar (y hacer muchas otras cosas

que los Machos tienen prohibidas),

hay que “Desertar”; ser ‘un Macho menos’…

Y para que efectivamente haya “Ni Una Menos”,

necesitamos llegar a ser “muchos Machos menos”!




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