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Foto del escritorLic. Diego S. Gómez

'TODeS'

Actualizado: 12 jun 2022



En las últimas semanas, leí varias cadenas que –de un modo u otro– cuestionan “lo inclusivo” del Lenguaje Inclusivo, pues según sus detractores, deja afuera a las personas invidentes, autistas, con alguna discapacidad, etc. (He aquí un ejemplo:)



Esto no es nuevo… Quienes no toleran la conquista de derechos por parte de mujeres, feminidades trans, personas no-binarias y de la comunidad LGBTIQ+, también decían: “Báh… antes de reclamar por ‘esas pavadas’, ¿por qué mejor no reclaman por……?” (completen con lo que se les ocurra). Pero por esa vía, prácticamente se llega al punto de “No reclamen NADA hasta que no haya más hambre en el mundo”; lo que sólo significa una cosa: “NO reclames, no pongas en cuestión ni contradigas “MI NORMAlidad”, no te expreses de un modo que ‘A MÍ’ me moleste o me incomode.


El Lenguaje Inclusivo es inclusivo en cuanto a la Diversidad de GÉNERO en lo GRAMATICAL! ¿O no se dieron cuenta de que el Lenguaje ‘común’ es “Expulsivo”? ¿Por qué tenemos que seguir sometiéndonos al genérico masculino que no ha hecho otra cosa más que ocultar al resto del vasto universo humano?


El lenguaje no-inclusivo, excluyente, androcéntrico o machista, puede parecer inofensivo, pero conlleva una clara invisibilización de lo femenino. El lenguaje masculino NO es neutro (aunque hay quienes insisten en sostener que también representa a las mujeres); su uso genérico favorece que lo femenino siga relegado a un segundo plano, y que lo no-binario siga invisibilizado, negado.


El uso del Lenguaje es "una cuestión política" (y como siempre, aclaro que "político" no es equivalente a "partidario", sino algo vinculado a cuestiones de Poder, a relaciones de poder, de control, de sometimiento, de sujeción, etc.), el Lenguaje es un reflejo de las prácticas sociales y culturales en un determinado lugar y momento histórico, y condiciona las actitudes, las prácticas y las cosmovisiones de los pueblos (es decir: el lenguaje modela nuestros pensamientos y acciones). Incluso las cuestiones gramaticales pueden afectar profundamente cómo vemos y pensamos el mundo.


En lo que respecta al género, la lengua castellana tiene muchas limitaciones: históricamente ha condicionado el papel de las mujeres, feminidades, y personas que no encajan en el binario ‘hombre/mujer’.

La división de géneros no es una división neutral, sin jerarquías. Se antepone una visión hetero-patriarcal y cis-sexista de la vida social que, aún hoy, con todos los avances sociales y jurídicos en la igualdad de género y de la diversidad sexual, sigue invisibilizando a gran parte de la población.


Las indeseables consecuencias de esta desigualdad lingüística se traducen en lo que el sociólogo Pierre Bourdieu definió como ‘Violencia Simbólica’, y esto nos sirve para comprender uno de los mecanismos que perpetúan la dominación masculina. (*1)


Si se habla de un “Lenguaje Inclusivo”, es porque se está denunciando que el lenguaje ‘normalizado’ es “EXPULSIVO”. Habitualmente se utiliza el modo “masculino” (“Todos”; “los hombres”, “el Hombre”) como genérico para hablar de personas humanas. Es lo que llamamos lenguaje androcéntrico (andro = hombre: lenguaje centrado en lo masculino), y es un lenguaje invisibilizador y “excluyente”.



Si en un salón de clases hay 10 niñas y 2 varones, sus docentes dicen “Buenos días, alumnOs”…

Y esto no es casual… como tampoco es casual que el casi 100% de las cosas que leemos (libros, diarios, revistas, informes, etc.) utilicen el “género gramatical masculino” como sinónimo de “lo humano” (tampoco es casualidad que, muy posiblemente, más del 90% de los libros que están en nuestras bibliotecas, estén escritos por hombres). Lo femenino está excluido, invisibilizado. Y es cierto: “Lo que no se nombra, no existe”.



¿Qué es el lenguaje sexista? Es nombrar ciertos roles y trabajos sólo en masculino; referirse a la persona genérica como ‘el hombre’ o identificar lo ‘masculino’ con la humanidad; usar las formas masculinas para referirse a ellos pero también para referirse a todes, dejando las formas femeninas sólo para ellas; nombrar a las mujeres (cuando se las nombra) siempre en segundo lugar. (*2)



Los esfuerzos de los feminismos por introducir usos más inclusivos de la lengua:

El “todas y todos” (que tanta polémica generó hace unos años, cuando la que fuera presidenta de Argentina lo utilizaba en sus discursos públicos) no fue nada nuevo, sino una reedición del “señoras y señores”, o del “damas y caballeros”, tan formal y tan aceptado por todo el mundo, tan in-cuestionado (bastó que lo dijera una mujer –desde un lugar de poder–, para que ese uso ‘más inclusivo’ fuese defenestrado… Aunque aclaremos que el “todas y todos” ya se venía utilizando hacía muchos años por activistas y militantes del feminismo y del campo popular).


Lo que sucede con explicitar el “las y los”, el “todas y todos” (por ejemplo: los/as afectados/as, los/as profesores/as, los/as lectores/as, etc.), es lo dificultoso para su lectura, además de que –implícitamente– supone que la multiplicidad de géneros del ser humano, podría reducirse a un sistema binario: o sos varón, o sos mujer; o sos “la” o sos “el”.


Otras soluciones fueron incluir la arroba (tod@s) o la x (todxs) en lugar de la vocal que demarca el género, pero la arroba era demasiado incómoda y además no pertenece al abecedario. La x, por otro lado, sigue utilizándose, pero al igual que la arroba, plantea un problema fonético importante ya que nadie sabe muy bien cómo debe pronunciarla (y posiblemente, en la lectura mental, se la sigue reemplazando por una “o”). No obstante, el uso de la “x” para el lenguaje escrito tiene una ventaja: lo disruptivo, lo que incomoda, es justamente lo que atrae las miradas sobre el problema de género que ese uso de la lengua busca denunciar, es la huella de una lucha de sentidos. Además, en matemáticas, la “x” equivale a ‘una incógnita’.



Tanto el “todos y todas”, como la utilización de la “@” o la “x” (todxs), tiene sus inconvenientes.

La alternativa que –por el momento– mejor cuadró, fue el simple reemplazo de la “a” o de la “o” por la “e”: todes, juntes, niñes, etc. Cuando el sustantivo es ‘neutro’, como ‘docente’ o ‘adolescente’, lo que se modifica es la “a” o la “o” del pronombre por la “e”: ‘les’ docentes, ‘les adolescentes’.

Este genérico INCLUYE a las personas “no-binarias” (les no binaries): aquelles que no se identifican ni con lo masculino ni con lo femenino.


Muchas personas utilizan esta nueva forma de lenguaje inclusivo como superadora del Binarismo gramatical: el androcentrismo verbal (lo masculino como universal) y del femenino. No obstante, es entendible que algunos colectivos de mujeres reclaman los siglos de lucha que les llevó que se "LAS" incluya, y que el "todes" vuelve a invisibilizarlas.

Por ello, mi posición es intentar –siempre que pueda– utilizar el lenguaje inclusivo SIN dejar de nominar a ningún género –o directamente nombrando a Todas, Todes y Todos–.


Lo que está muy claro, es que la lengua está en permanente cambio. Apoyar o rechazar un uso alternativo o disruptivo del lenguaje hegemónico, es una decisión política (*3), no sólo lingüística: apunta a reivindicar derechos negados desde tiempos inmemoriales.


Es cierto: la lengua, por sí sola, no es una llave mágica para conseguir un mundo más igualitario, pero no deja de ser un espacio de disputa (y de construcción/ deconstrucción) de sentidos y significados… Y mientras muchísimas mujeres siguen teniendo salarios más bajos que los varones realizando el mismo trabajo, mientras las travestis y feminidades trans son expulsadas del mercado laboral y arrojadas a la prostitución o a la indigencia, mientras su promedio de vida sigue siendo entre 35 o 40 años, mientras las estadísticas de femicidios, transfemicidios y travesticidios crecen semana a semana (etc.), conviene no indignarse tanto por ‘manchar’ un poquitito las ‘blancas paredes’ del lenguaje.



Algunas voces indignadas contra estas iniciativas señalan que ‘destruyen el lenguaje’… Y no falta la apelación a la autoridad: “es incorrecto porque lo dice la Real Academia Española”.

Afortunadamente, lo que diga la Real Academia Española sobre este tema (a mí y a muches) nos tiene sin cuidado.



Hace varias décadas, las personas Gays y Lesbianas padecían algo similar a lo que hoy se da con las personas Trans (travestis, transgénero, transexuales) y no-binarias: expulsión del núcleo familiar, expulsión del espacio laboral, estigmatización social, prejuicio, rechazo, aversión, cuestionamiento, patologización, discriminación, burlas, ridiculización, miradas despectivas, miradas de asco, miradas de rechazo y reprobación, agresión, violencias de todo tipo.

Desde luego, la homo/lesbo/bi-fobia no se superó… hay cierta ‘tolerancia’ siempre y cuando “no se note”, o “no se expresen”: no vayan de la mano, no se besen ni demuestren su afecto en público. En muy pocos lugares pueden hacer eso sin recibir insultos, discriminación, golpes, o cosas peores.


Entiendo que el Lenguaje Inclusivo (de la diversidad de género) les suene raro, e incluso hasta ‘tonto’. Entiendo que no muchxs o muches no quieran usarlo porque les parece una “deformación del lenguaje”. Lo llamativo es que, muchas de estas personas, no se indignan que nuestro lenguaje se haya deformado para usar palabras como “trola”, “puto”, “trava”, “mariposón”… u otras como “zapping”, “espoliar”, "estalkear", "twittear", “wasapear”, etc.…


Tampoco salieron a hacer cursos de Lengua de Señas ni utilizan pictogramas (a menos que tuviesen une pariente cercane no-vidente o con autismo... y a veces ni siquiera eso).

Cuando el lenguaje se deformó para denigrar a personas diversas en lo ‘sexo-genérico’, provocó más risas que reclamos. Eran palabras que tampoco la RAE validaba, pero que fueron muy útiles para denigrar, marginar, para aislar, y para lastimar.

Pero ahora, hay quienes “luchan” contra la lucha (por los Derechos) de otras y otres (luchas por existir, por ser visibilizades, por ser nombrades), cuando tranquilamente esas ‘luchas’ podrían ir de la mano.

Las personas con discapacidad han sido históricamente apartadas, pero nadie que use el lenguaje inclusivo pretende seguir ocultándolas, todo lo contrario.



Volviendo al Lenguaje Inclusivo… Es inclusivo en cuanto a la Diversidad de GÉNERO en lo GRAMATICAL! ¿O no se dieron cuenta de que el Lenguaje ‘común’ es “Expulsivo”?

Confieso que, en un inicio, también me resultó molesto, me enbronqué y me resistí. Pero sólo hasta que lo reflexioné.


¿Por qué nos afecta tanto el uso del lenguaje inclusivo? (que, encima, no es obligatorio, lo utilizan quienes lo eligen).

¿Es el rechazo a ‘lo nuevo’? (tildado de ‘moda’), ¿es miedo al cambio, a lo diferente, a lo que no entendemos, a lo que no conocemos?

¿Cuál es la necesidad de invertir tiempo y energía en invisibilizar a las diversidades o disidencias?

¿Por qué preocupa que se nombre a aquellas personas que se perciben fuera del binario? (Por fuera de la ‘cis-hétero-norma', a quien la cuestione, contradiga, o se aparte de ella).

¿Por qué tenemos que seguir sometiéndonos al genérico masculino que no ha hecho otra cosa más que ocultar / invisibilizar a la mitad del género humano, y al resto del vasto universo humano?


La ESI (educación sexual integral) con perspectiva de género (y de Derechos), diversa e inclusiva, previene el bullying al alumnado LGBTI+. Si enseñamos que la heterosexualidad no es “lo normal” ni es ‘obligatoria’, todes les pibites –quizás– dejen de llorar por sufrir burlas, insultos, agresiones y discriminación por parte del resto (¿vieron? Dije “del resto” y no ‘de les demás’… Hay muchas formas de utilizar el lenguaje ‘inclusivo’ de los géneros; la “e” es una más entre otras).

Para terminar… ¿No te gusta el lenguaje inclusivo?

“Hay una solución hermosa y gratis: No lo uses, nadie te lo va a exigir.”

Pero (por favor, y por respeto), no jodas al resto.

Y por supuesto!, ojalá que los colegios, clubes, hospitales, bares (etc.) tengan rampas de acceso, usen pictogramas, materiales en braille, y lengua de señas… Y de paso, también haya lugar para todos, todas y todes, y que eso NO TE ENOJE... Sería bueno que a las personas trans, travestis y no-binaries (también llamadas ‘identidades disidentes’) las veamos atendiendo en cualquier negocio, o trabajando donde trabajan hombre y mujeres cis-género, porque en pleno Siglo XXI siguen siendo exiliadas a la calle, a la prostitución, a la violencia y al estigma social.

“Ojalá podamos darle entidad a todes, porque no existe lo que no se nombra”.


"Les Rares", Relatos de diversidad sexual; de Alejandro Viedma y Verónica Dema (2008)
"Les Rares", de Alejandro Viedma y Verónica Dema

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1. Bourdieu, P.: “La Dominación Masculina".

3. Por “política” me refiero a ‘relaciones de poder’, de dominación/subordinación.

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