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Foto del escritorLic. Diego S. Gómez

El Machismo, y la Sexualización de la Violencia: Pornografía, Prostitución y ‘Trata’ (1ra parte)

Actualizado: 7 jul



Se dice que la Prostitución, así como la Trata con fines de explotación sexual y la pornografía (que no es otra cosa más que prostitución filmada), es el punto de convergencia de 3 Sistemas de Opresión: el Patriarcado, el Colonialismo (con su infaltable racismo) y el Capitalismo; pues las mujeres, niñxs e identidades feminizadas (travestis y trans) más vulnerables, son des-humanizadas, objetivadas, cosificadas, privatizadas y mercantilizadas, es decir, ellas –y sus cuerpos– son ofrecidas como un objeto de consumo, para su uso y abuso por parte de cualquier varón prostituyente con un billete en el bolsillo.



La pornografía, como la prostitución, son verdaderos estandartes de la cultura patriarcal.

El Patriarcado (al cual también me he referido antes), es un sistema de opresión (masculina), de dominación (de lo femenino, o mejor dicho, de lo “no-masculino”), que tiene como 5mil años de existencia, el cual proclama y defiende la supremacía del hombre… (Imaginemos una pirámide, en cuya cúspide está el hombre heterosexual, cisgénero, poderoso, blanco; y hacia las bases, aquellxs que se van apartando de ese “molde hegemónico”).

El ‘sujeto político’ de este sistema es “el Macho”, siendo el Machismo la expresión cultural del orden social patriarcal.

“El proceso de socialización de los hombres está construido sobre la certeza de que su sexo les otorga 'derecho' a disponer de su entorno, del espacio y del tiempo de otros y, en primer lugar, de otras. Este 'derecho' se extiende también al cuerpo y a la sexualidad de las mujeres. De allí hay sólo un paso a que, tratándose de un 'derecho', sea legítimo conseguirlo y preservarlo, aunque sea con violencia. (…)…aunque la mayoría de los hombres no se sirva de la prostitución, con su silencio, y a veces incluso pronunciándose, contribuyen a preservarla y a justificar la idea de la misma.”


La Prostitución es una institución patriarcal que divide a las mujeres en 2 clases:

Por un lado, las “buenas”, las “santas”, las ‘hijas de dios’, las que los hombres buscan para casarse y formar familia, las mujeres “privadas”, las mujeres “amas de casa”, las “madres”…

Y, del otro lado, “las putas”, las “pecadoras”, las mujeres “de vida fácil”, las que los hombres buscan para divertirse y pasar un ‘buen rato’, las mujeres “públicas”, las de “la calle/la esquina”, las “réprobas”, etc.

Pero, cualquier mujer, es ‘potencialmente’ “una puta”, basta salirse de su estrecho carril delimitado por la cultura machista para ser catalogada como tal. Hay 2 palabras (insultos) que toda mujer puede recibir por parte de un hombre cuando cuestiona, contradice o desobedece su voluntad: “puta”, y “loca”.

El famoso sociólogo francés, Pierre Bourdieu, desarrolló el concepto de Violencia Simbólica, y nos sirve para graficar cómo la cultura patriarcal establece relaciones sociales en donde, una persona o grupo ‘dominante’ (un/los hombre/s), ejerce un modo de violencia ‘indirecta’ (no-física, no-consciente) contra otra persona o grupo ‘sometido’ (la o las mujeres –y feminidades), en el cual ‘se encarna’ esa violencia, “interiorizan” ese “techo de cristal” (lo que pueden y lo que no, lo que deben y lo que no –por el hecho de ‘ser mujeres’), lo cual hace que esa violencia (esa inequidad, esa desigualdad) sea naturalizada, y por lo tanto, permanezca “in-visible”: las cosas “fueron así, son así, serán así, y nada puede hacerse”… por lo tanto, nuestros valores y lugares dentro de la sociedad serían no sólo incuestionables, sino también inmutables.



Muchas cosas han cambiado en el último siglo en relación a la consideración social de las mujeres (en especial, desde las últimas décadas del S.XX), pero aún estamos MUY lejos de una sociedad equitativa e igualitaria.

La pornografía es la teoría, la violación es la práctica”

Eso afirma Robin Morgan; mientras que Susan Brownmiller define la pornografía como “propaganda de odio contra las mujeres, que promueve la violación”.

La pornografía ‘normaliza’ la violencia sexual; y es una de las principales aliadas de la trata de personas.

La edad promedio en la que los varoncitos tienen acceso al porno, son los 11 años.

Para Peter Szil, la pornografía reafirma un modelo de masculinidad hegemónica, unida al poder, a la posesión y a la dominación a partir del sexo… El problema no es la sexualidad, sino el tipo de masculinidad con que se está ‘educando’ a los jóvenes, y si esta violencia sexualizada se pretende ‘normalizar’ o ‘reglamentar’ / ‘regular’, no hay chances de terminar (de erradicar o abolir) con la inequidad y las violencias de género.



Pornografía es un término de origen griego que significa "la descripción (grafía) de la prostituta (porné)". Es decir, que la función de la pornografía y de la prostitución viene a ser la misma: con la ayuda de mujeres (o travestis/trans, y con mucha menos frecuencia, de hombres), convertidas en objetos sexuales, servir la sexualidad de un espectador / comprador invisible que se está masturbando sobre o dentro de ese objeto.


'El porno nos hace a todas Putas'
'El porno nos hace a todas Putas'

Los gestos y las posturas de las mujeres en el porno transmiten el mensaje de que ellas están dispuestas a satisfacer gustosamente cualquier deseo imaginado por el comprador.

La pornografía es el primer eslabón de una cadena, a lo largo de la cual, junto a las otras formas de convertir a las mujeres en objetos sexuales (como la prostitución y la violencia sexual) la dominación masculina sobre las ellas es llevada al terreno sexual.

Cada una de estas formas está envuelta en diferentes mitos para legitimarlas y para solapar su carácter violento.


Respecto a la supuesta función educativa y terapéutica de la pornografía: si así lo fuera, entonces, una vez adquirida esta información, tendría que desaparecer. Pero esto no ocurre, pues el porno también genera adicción, y al igual que toda droga, con el tiempo requiere de una dosis más fuerte, y en este caso, de mayor violencia o sadismo, de representaciones más y más brutales del odio y de la violencia hacia las mujeres. Es una cualidad del deseo, siempre quiere llegar un paso más lejos.

Además, la información sexual, es necesaria sólo para evitar riesgos, y no para la sexualidad en sí. La pornografía se hace incompatible con la educación sexual precisamente en ese punto (y en el hecho de que reduce 'lo sexual' a 'lo genital', y a 'la penetración').

La pornografía no es educación sexual, sino un material a través del cual los hombres aprenden el rol masculino.



La pornografía, según Péter Szil, no hace menos daño a los hombres que a las mujeres. Este daño lo despliega en los siguientes puntos:

1. La pornografía separa la sexualidad de los hombres de sus propios sentimientos, y contribuye a la disociación como rasgo dominante del modus vivendi masculino.

Muchos hombres viven una doble vida: en el mundo de las fantasías pornográficas, y en la relación personal con una mujer, poseedora de una sexualidad propia. Sin embargo, estos dos mundos nunca se tocan.

Hay un lugar donde se supone que las fantasías dictadas por el rol aprendido en el porno se pueden cumplir: ese es el mundo de la prostitución, donde el hombre no tiene que enfrentarse a su propia inseguridad o a las dificultades cotidianas de entablar o mantener una relación.

2. La pornografía contrarresta la equidad y el acercamiento entre los hombres y las mujeres.

3. La pornografía fomenta la irresponsabilidad reproductiva de los hombres.

4. La pornografía fomenta la aceptación e incluso el uso de la violencia en las relaciones entre hombres y mujeres.

5. La pornografía es el marketing de la prostitución. El porno enseña a violar. Es la pedagogía del odio hacia las mujeres, de la violencia sexualizada.

El porno de hoy no es la revista Playboy de los ‘80 o ‘90, el porno hoy es violento, humillante y sádico. En el porno vemos a mujeres siempre dispuestas a ser penetradas, no existe el NO, todo les gusta. ¿Cómo un hombre en contacto con el porno desde los 11 años puede entender que “no” es 'NO'?



El porno muestra constantemente situaciones de incesto, abundan las películas llamadas “jugando con papi”, “educando a mi hijastra”, “la bebe del tío”, etc., y los abusos sexuales a niñas crecen, desde luego. Pero nos intentan hacer creer que sólo se trata de “fantasías”.

Las redes que prostituyen niños y niñas son masivas, cientos de orfanatos de casi todo el mundo se han visto involucrados en escándalos, cientos de escuelas, instituciones religiosas, con el Vaticano como protagonista de una red de abusos y encubrimientos sistemáticos que ya ha dado la vuelta al mundo y que sigue activa en cientos de países. Estas redes violan, prostituyen y graban pornografía con niños, niñas y adolescentes.



Si bien la pornografía hegemónica es terriblemente violenta, la mayor parte del porno no se comparte en sitios oficiales sino en la dark web. La dark o deep web es una red de internet más grande, mucho más extensa que la que está “controlada”; es de muy fácil acceso y no deja rastro, no registra ni el IP ni ningún dato del usuario. Allí se puede comprar, con moneda virtual, de todo: armas, drogas, personas, pornografía, órganos, etc.

El porno en la dark web es mayoritariamente abuso infantil, tortura y situaciones extremas. Abundan los manuales para abusadores de niños. Las snuff-movies son también abundantes. Se trata de películas en las que una o incluso varias personas son violadas, torturadas y asesinadas frente a una cámara. Las víctimas son comúnmente mujeres, niñas y niños; también abundan películas en las que se asesinan bebés. De más está decir que esta pornografía genera muchísimo dinero.



La pornografía hegemónica es violencia contra las mujeres, y muchos hombres crecen masturbándose con situaciones más y más violentas y, naturalmente, se excitan violando y torturando, ya que eso les han enseñado.

Las principales víctimas de estas violencias, son las personas prostituidas, con quienes los varones prostituyentes quieren concretar e imitar lo que aprenden con el porno.



Una rápida mirada al Sistema Prostituyente


El sistema prostituyente refiere a todxs lxs involucradxs en este negocio –que se enriquecen directa o indirectamente– que arruina y destroza la vida de millones de mujeres, niñas, niños y feminidades: varones prostituyentes (que puede ser ‘cualquier tipo’: marido, novio, hijo, padre, estudiante, obrero, trabajador, empresario, político, profesional, religioso, cura, etc.), proxenetas, la policía (que se enriquece con las coimas), jueces, abogadxs, albergues transitorios, hoteles, prostíbulos, bares, saunas… pero también narcos, dealers, farmacias, kioscos, cafés, peluquerías, etc.



Considero, al igual que infinidad de mujeres y de teóricas feministas, que la prostitución NO es “el oficio más antiguo del mundo”, sino “la forma de explotación más antigua del mundo” (al menos en el ámbito humano, pues hay quienes sostienen que la explotación de otras “especies” constituyó la base para todas las demás formas de opresión: de género, étnica, etaria, sexual, de clase, etc.).

La prostitución es una forma extrema de Violencia Machista (o como se le dice, violencia “de género”), en donde el varón (‘prostituyente’) –de cualquier edad, etnia, clase social, etc.– tiene ‘el privilegio’ / la posibilidad de acceder al cuerpo de una mujer (o también trans/travesti, identidades feminizadas), comprando su consentimiento con cierta cantidad de dinero, y con el aval de gran parte de la sociedad.



La prostitución no se trata de 'sexo' ni de 'satisfacción sexual', sino de ‘Poder’ y del 'sometimiento' de las mujeres o travestis/trans. Es una forma de violencia sexualizada, en la que los varones prostituyentes proyectan sobre ellas todo su odio y frustración.

Dice el terapeuta Peter Szil: “La prostitución es boca, vagina y ano penetrados habitualmente con un pene, a veces con manos, a veces con objetos, por un hombre, después otro hombre y después otro más y otro más y otro más. Uno de los motores de la prostitución es el odio hacia las mujeres, la agresividad que motiva a un hombre a buscar y utilizar a una mujer prostituida, el profundo desdén que reduce a una vida humana a unos huecos de los que el hombre puede aprovecharse sexualmente y con la que puede hacer lo que le dé la gana. La conversión de las mujeres en objetos sexuales es un proceso de deshumanización en cuyo extremo final se encuentra la violencia sexual masculina. Es esto lo que la prostitución institucionaliza, ya que el cliente [yo prefiero llamarle ‘prostituyente’] consigue de la persona prostituida (que no ha elegido hacer el amor con él) algo que, de otra manera, no podría conseguir sino con violencia. El cliente (y con él la sociedad) oculta ante sí mismo el hecho de la violencia interponiendo una infraestructura (manejada por los proxenetas) y el dinero”.



El Sistema Capitalista mercantiliza la vida, el tiempo, y los cuerpos; en el caso de la prostitución, los ofrece para consumo masculino.

El término “trabajo sexual” empezó a promoverse en la década del ’80 para normalizar la prostitución, por parte de un grupo de proxenetas condenados y otros sectores con intereses financieros directos o indirectos en el comercio sexual. Pero la prostitución no es ni ‘trabajo’ ni ‘sexo’, sino violencia y explotación de hombres hacia mujeres y feminidades.

Hoy, el lobby proxeneta –apoyado en el ‘sentido común–, ha logrado instalarse en amplios sectores de la academia, de organizaciones sociales/políticas, de organismos internacionales, y del feminismo, defendiendo “el derecho” de las mujeres a prostituirse, pretendiendo separar la prostitución (o 'trabajo sexual', como quieren llamarle) de la Trata para la explotación sexual.



Cuando alguien va a un restaurante o al mercado, nadie elige a la camarera o a la cajera por su edad, por su etnia, o por su cuerpo, como así tampoco se fijan en la apariencia de quien arregla su auto o de quien vende verduras… Pero en la pornografía y la prostitución, las mujeres se eligen según edad, cuerpo, etnia, y otros aspectos que son irrelevantes para cualquier trabajo. Eso demuestra que en la prostitución no se compra “un servicio”, sino “un cuerpo”, que pertenece a una persona (somos nuestro cuerpo, no podemos separarnos de él). En ningún trabajo penetran a las empleadas, ni las humillan, ni las desnudan… En cambio, en el porno y en la prostitución, mientras 'más joven e inexperta', más pagan!



Según la activista Sonia Sánchez, ese modo ‘edulcorado’ y elegante de llamar a la prostitución, no hace más que “encorsetar” a la mujer prostituida, la pone más erguida, y haciéndole pensar (no sentir) que tiene cierto poder, orgullo y dignidad, cuando en realidad ella no es dueña de nada, y nada elige. Es un modo para mantenerla (y mantenerse, auto-convenciéndose) en ese lugar alienante y violento que es la prostitución.

“Decir que las mujeres

tienen derecho a venderse,

encubre el derecho que

tienen los hombres

a comprarlas”

(Francoise Héritier, antropóloga)




(Para leer la Parte 2 de este escrito: Acá)


Fuentes citadas:

- "La industria de la Violación" (Exposición en el Foro por la abolición de la cultura prostituyente, Dic. 2016): https://www.youtube.com/watch?v=cPL4MFtZ4Ho

- Péter Szil:



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